
Al venir de una familia de biólogos me resulta normal que mi interés esté relacionado con una exploración bioartística. Aunque no la nombraría así. Explorar estéticamente las cucarachas es un trabajo que obliga a centrarse, se quiera o no. Desde su manejo hasta la forma en que las pienso, estoy consciente de los efectos de su percepción. Son seres extremadamente sensuales.
Pensar la cucaracha en Campeche tiene varios puntos interesantes. El primero que note es la dificultad de nombrarla en maya. Algunas personas me dijeron que cucaracha se dice Nadz’uul, pero en una busqueda rápida en internet encontré que se les llama K’uuruch. Entre las multiplicidades y variantes del hablar maya no sorprende que se nombre de distitntas maneras, pero tal vez se pueda rascar más de ahí.
Tras una revisión de la literatura entomológica dedicada a ella poco se encuentra. Sobran datos de como acabar con ellas y otras promesas sin cumplir pero no se escribe mucho desde un interés que no sea el de su muerte. Existe un artículo que enlista los registros de especímenes del orden Blattodea en México. En Campeche no hay ningún registro.